viernes, 1 de mayo de 2015

Pablo Picasso


Figura excepcional como artista y como hombre, Picasso fue protagonista y creador inimitable de las diversas corrientes que revolucionaron las artes plásticas del siglo XX, desde el cubismo hasta la escultura neofigurativa, del grabado o el aguafuerte a la cerámica artesanal o a la escenografía para ballets. Su obra inmensa en número, en variedad y en talento, se extiende a lo largo de más de setenta y cinco años de actividad creadora, que el pintor compaginó sabiamente con el amor, la política, la amistad y un exultante y contagioso goce de la vida.



Famoso desde la juventud, admirado y solicitado por los célebres y poderosos, fue esencialmente un español sencillo, saludable y generoso, dotado de una formidable capacidad de trabajo, enamorado de los barrios bohemios de París, del sol del Mediterráneo, de los toros, de la gente sencilla y de las mujeres hermosas, afición que cultivó sin desmayo.
Pablo Diego José Ruiz Picasso, conocido luego por su segundo apellido, nació el 25 de octubre de 1881, en el n.º 36 de la plaza de la Merced de Málaga, como primogénito del matrimonio formado por el pintor vasco José Ruiz Blasco y la andaluza María Picasso López. El padre era profesor de dibujo en la Escuela Provincial de Artes y Oficios, conocida como Escuela San Telmo. La primera infancia de Pablo transcurrió entre las dificultades económicas de la familia y una estrecha relación entre padre e hijo, que ambos cultivaban con devoción. El niño era un escolar menos que discreto, bastante perezoso y muy distraído, pero con precoz facilidad para el dibujo, que don José estimulaba.
En 1891 la familia se traslada a La Coruña, en cuyo Instituto da Guarda son requeridos los servicios del padre como profesor. Pablo inicia sus ensayos pictóricos, y tres años más tarde su progenitor y primer maestro le cede sus propios pinceles y caballetes, admirado ante el talento de su hijo. En 1895, Ruiz Blasco obtiene un puesto docente en la Escola d'Arts i Oficis de la Llotja de Barcelona. Pablo resuelve en un día los ejercicios de examen previstos para un mes, y es admitido en la escuela. En 1896, con sólo quince años, instala su primer taller en la calle de la Plata de la Ciudad Condal.
Dos años más tarde, obtiene una mención honorífica en la gran exposición de Madrid por su obra Ciencia y caridad, todavía de un realismo académico, en la que el padre ha servido de modelo para la figura de un médico. La distinción lo estimula a rendir oposición al curso adelantado en la Academia de San Fernando, mientras sus trabajos, influenciados por El Greco y Toulouse-Lautrec, obtienen nuevas medallas en Madrid y Málaga.
En 1898 realiza su primera muestra individual en Els Quatre Gats de Barcelona. Finalmente, en el otoño del año 1900 hace una visita a París para ver la Exposición Universal. Allí vende tres dibujos al marchante Petrus Mañach, quien le ofrece 150 francos mensuales por toda su obra de un año. Pablo es ya un artista profesional, y decide firmar sólo con el apellido materno. En 1901 coedita en Madrid la efímera revista Arte Joven, y en marzo viaja nuevamente a París, donde conoce a Max Jacob y comienza lo que luego se llamará su «período azul». Al año siguiente expone su primera muestra parisiense en la galería de Berthe Weill, y en 1904 decide trasladarse definitivamente a la capital francesa.


Picasso se instala en el célebre Bateau-Lavoir, en el número 13 de la calle Ravignan (hoy plaza Hodeau), alojamiento variadamente compartido por artistas sin blanca, entre otros el también español Juan Gris. Allí, Pablo traba amistad con Braque y Apollinaire, y se enamora de Fernanda Olivier. Durante tres años pinta y dibuja sin cesar, rendido a la influencia de Cézanne, mientras elabora con Braque las líneas maestras del cubismo analítico, cuya gran obra experimental, Las señoritas de Aviñón, es pintada por Picasso en 1907.
Pronto sobreviene el asombro y el escándalo ante un estilo deforme que rompe todos los cánones y va ganando nuevos adeptos, al tiempo que su audaz inventor expone en Munich (1909) y en Nueva York (1911). Pablo ha encontrado una nueva compañera en Marcelle Humbert, y siempre seguido por Braque, se lanza a inventar el cubismo sintético, que los acerca al borde de la abstracción (en su extensa y tan variada obra, Picasso jamás llegaría a abandonar la figuración). Poco después, se muda de Montmartre a Montparnasse, y se abren exposiciones suyas en Londres y Barcelona.
En 1914, con la guerra, llegan las tragedias: Braque y Apollinaire son movilizados, y Marcelle muere súbitamente ese otoño. Pablo abandona prácticamente el cubismo, y busca otros caminos artísticos. Los encuentra en 1917, cuando por medio de Jean Cocteau conoce a Diáguilev, que le encarga los decorados del ballet Parade de Eric Satie. El fin de la guerra le trae un nuevo amor, la bailarina Olga Clochlova, y también un nuevo dolor: la muerte de Apollinaire a consecuencia de una grave herida en la cabeza. Se casa con Olga en 1918, y hasta 1925 trabaja en diversos ballets que dan cauce a su evolución pictórica.
Un viejo retrato de su madre, pintado en 1918, le valdrá el millonario premio Carnegie de 1930, que le permite adquirir una suntuosa villa campestre en Boisgelup, y pasarse más de un año viajando por España. Por entonces vuelve a la escultura y mantiene un romance con Teresa Walter, del que nace su primera hija, Maya. La Clochlova inicia un escandaloso juicio para conseguir el divorcio, que el juez se niega a conceder. Despechado, Picasso se enamora de Dora Maar.
Al estallar la Guerra Civil, Picasso apoya con firmeza al bando republicano, y acepta simbólicamente la dirección del museo del Prado, mientras en 1937 pinta el Guernicaen París. Dos años después se realiza una gran exposición antológica en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Deprimido por el triunfo de los nacionales y la posterior ocupación de Francia por los nazis, pasa la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial trabajando en su refugio de Royan.


En 1944, se afilia al Partido Comunista Francés y da a conocer 77 nuevas obras en el Salón de Otoño. Después se entusiasma por la litografía y por la joven y hermosa pintora Françoise Guillot, con la que convive hasta 1946. Se inicia así su etapa de Vallauris, en la que trabaja en sus magníficas cerámicas. Con Françoise tendrá dos hijos: Claude, nacido en 1947, y Paloma en 1949.
En 1954, el infatigable anciano se fascina por una misteriosa adolescente de delicado perfil y largos cabellos rubios llamada Sylvette D., que acepta posar para él a cambio de uno de los retratos, a su elección. El trato se cumple y su resultado produce algunas de las obras más conocidas y reproducidas del pintor, como el famoso perfil de Sylvette en la butaca verde.
Si la fascinación por la etérea Sylvette había sido platónica, no tuvo el mismo cariz su atracción por Jacqueline Roqué, joven de extraodinaria belleza a la que tomó como compañera en 1957, un año antes de pintar el gigantesco mural para la UNESCO. Fértil milagro del arte y de la vida, Picasso seguirá creando, amando, trabajando y viviendo intensamente hasta morir en 1973. Dejó tras de sí la mayor y más rica obra artística personal de nuestro siglo, y una fabulosa herencia que provocó agrias disputas hasta recaer en un ser de pacífico nombre: Paloma, su hija.

Pablo a lado de su hija Paloma.
Protocubismo: En el verano de 1906, en Gosol, su obra entrará en una fase marcada por la influencia africana. En este periodo Picasso se desvincula de los cánones de arte relacionados en mostrar representaciones exactas de la realidad, modificándolas, más precisamente transformándolas con parámetros geometricos. Algunas obras caracteristicas son;El retrato de Gertrude y  Las señoritas de Avignon

Época expresionista: Con el comienzo de la Guerra Civil Española, Picasso fue nombrado director del Museo del Prado, por el gobierno republicano. En 1937 pintó uno de sus cuadros más famosos, el Guernica, es un alegato contra la guerra y el terror infligido a la población civil durante el bombardeo aéreo alemán sobre Guernica. En estos años la mayor parte de las obras expresan un sentimiento de angustia, como consecuencia de la problemática situación que se vivía. El punto culminante de su expresionismo lo marcan sus cabezas de dos caras. En escultura realiza las piezas más abstracta, sin método ni sistema.







Amedeo Modigliani


El amor por una mujer, el alcohol, la vida tan simple que llevaba y el corazón tan herido que tenía,  hizo que pintara  desde el alma pero con un vacío, hasta que pinto por primera vez los ojos de su musa provocando un silencio de todo el público que la contemplaba.
(Livorno, 1884 - París, 1920) Pintor italiano. La sencillez de líneas y la pureza de los rostros en los retratos del pintor italiano Amedeo Modigliani aportaron a sus creaciones una singular inspiración que hizo de él una de las grandes personalidades de la pintura de principios del siglo XX.



Modigliani nació el 12 de julio de 1884 en Livorno, Italia, en el seno de una familia judía de pequeños comerciantes. A causa de su salud precaria hubo de renunciar a una educación convencional y fue entonces cuando empezó a estudiar pintura en su ciudad natal (en la escuela de Bellas Artes, con Guglielmo Micheli), y posteriormente en las de Florencia y Venecia. En 1906 se trasladó a París, donde frecuentó los círculos artísticos y literarios (fue amigo de Utrillo y de Pablo Picasso) y recibió notables influencias de Henri de Toulouse-Lautrec, Pablo Picasso, Georges Braque y Paul Cézanne. Sus primeras pinturas dejan sentir la influencia de los macchiaioli, pero posteriormente le interesó el movimiento modernista y el de la secesión, además del arte primitivo. En 1908 presentó cinco cuadros en el Salón de los Independientes, entre ellos La judía (colección Alexandre, París).

En 1909 conoció al escultor rumano Constantin Brancusi, cuya obra lo impresionó, y se decidió a seguir el camino de la escultura. Las fuentes en las que se inspiró, aparte de Brancusi, fueron las esculturas griegas arcaicas de los kúroi (jóvenes atletas desnudos) y aquellas máscaras africanas en las que los rasgos se alargan con énfasis (en especial, sus Cariátides). En su escultura, Modigliani esculpía la piedra directamente en un intento de preservar en la forma la unidad plástica del bloque. En 1912 expuso un Conjunto decorativo de ocho cabezas de piedra en el Salón de Otoño.
Pronto retornó a la práctica de la pintura, pero su experiencia como escultor tendría consecuencias fundamentales en su estilo, que se plasmarían en la simplificación de la imagen y en el uso del color. Al reducir o, en ocasiones, eliminar el claroscuro, consiguió una solidez en la imagen plana, similar a la escultórica. Aunque fue uno de los maestros del retrato del siglo XX, Modigliani no era un retratista profesional. Tienen sus obras un aire familiar en su elegancia y alargamiento, pero al mismo tiempo reproducen la personalidad del retratado con gran agudeza. Entre sus retratos cabe mencionar los de Kisling, Paul Guillaume, Zborowsky y el de una de su amantes, Beatrice Hastings, titulado Madame Pompadour.

Madame Pompadour.

En 1917, minada ya su salud por el alcohol y las drogas, comenzó una serie de desnudos femeninos que se encuentran entre sus mejores obras. Ese mismo año comenzó una relación con la pintora Jeanne Hébuterne, con la que tuvo una hija. Fue también un período brillante para su pintura, que se hizo cada vez más refinada de líneas y delicada de color. Modigliani murió tuberculoso en el Hospital de la Caridad de París, el 24 de enero de 1920. Debe matizarse que la vida disipada que se le imputa se debió más a la miseria y a la insatisfacción de su búsqueda artística que al vicio. El poeta Zborowsky decidió ser su marchante y le ayudó cuanto pudo, pero con poco éxito, porque el artista se había sumido ya en un completo abandono físico y moral. Pese a ello, los últimos cinco años de su vida fueron los más productivos.

Desde 1915 hasta 1920, año de su muerte, Modigliani realizó su obra más significativa, constituida mayoritariamente por retratos y desnudos femeninos. Los retratos son a menudo de amigos y personajes conocidos como Max Jacobs(1916) o Jacques Lipchitz y su mujer (1917), pero frecuentemente representan a personajes anónimos como La criadita (1916). Sus múltiples desnudos femeninos, como Desnudo rojo con los brazos abiertos (1917, Kunsthaus, Zurich) rebosan una sensualidad lánguida y complacida; la línea que perfila los cuerpos es sutil, melodiosa y elegante; los ojos almendrados de los rostros dotan a las figuras de una mórbida melancolía que recuerda a Botticelli.
En ocasiones se le cita como un expresionista, pero es difícil dar ese calificativo a lafinesse típica de Modigliani. El artista que más veneraba fue Cézanne, aunque nunca se interesó por representar la naturaleza; sólo pintó tres paisajes y no se conoce ninguna naturaleza muerta suya. La influencia de la vanguardia no sería determinante para la creación de su característico estilo. 

El canon alargado de sus figuras evidencia el gusto por el manierismo y enlaza sus personajes femeninos con las imágenes de los cuadros de 
Parmigianino. La estilizada geometrización de las formas denota el impacto que sobre él ejerció el descubrimiento del arte africano, que realizó gracias a su amigo Brancusi.
La influencia del arte primitivo se manifiesta especialmente en sus esculturas. Los numerosos esbozos y dibujos preparatorios de las Cariátides se concretaron en una única escultura que realizó entre 1913 y 1914 y que se conserva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Su práctica escultórica fue determinante para la configuración de su pintura. Entendía que el único modo de hacer escultura era tallando directamente la piedra y en muchas ocasiones se sintió más escultor que pintor. Las estatuas que han sobrevivido (unas veinticinco) no se ajustan a ninguna de las dos tendencias predominantes en la época (cubismo y futurismo); en ellas se encuentra un alto grado de sentido plástico, una solidez en las formas y una tendencia hacia el ritmo y la esquematización que también son características de su pintura.
 
Amedeo Modigliani Retrato de Jeanne Hébuterne y Retrato de mujer en un sombrero.





“El arte es como un vehículo para la expresión o la comunicación, de emociones e ideas”
 (Richard Wollheim)

Arte en el diccionario nos dice que es la virtud, disposición y habilidad para hacer algo. Es la manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
Este es uno de los asuntos más discutidos y que surge permanentemente en cualquier exposición, ya que uno se cuestiona y porque no, se pregunta  ¿qué es arte?. 
Según Briana, profesora del curso “arte y género” en el que yo participe, desde su punto de vista nos dijo que el “ARTE es la materialización plástica de la ideología de una época, y  lo importante es que te haga pensar”.
Estoy de acuerdo con esta definición, ya que los cuadros, figuras, trazos, texturas y la manera que se te hace pensar, sentir y disfrutar de alguna forma  las obras de los diferentes autores. Los que tratan de hacer en lo que plasman hace que  te llenes de pensamientos encontrados  ya que lo que hacemos es observar, analizar y dar una opinión más concreta de lo que estamos viendo en ese momento. Podemos ir creando una crítica sobre lo que estamos observando ya sea positiva o negativa.
 La pregunta que yo lanzo es ¿Qué es arte para ti?